Por Mar Solís
1. Mirada limitante
Es la mirada que recibes una noche saliendo en una discoteca: notas que alguien te mira sólo por lo que puede “sacar” de ti. O quizá no tengas que irte tan lejos, una mirada puede ser limitante porque no se esfuerza en conocerte de verdad, se queda en la superficie de lo que tú eres. Esa mirada que te pone un rótulo y te juzga sólo por tu apariencia externa es la mirada que hace que pienses: “Tal y como soy, no soy suficiente”.
2. Mirada total
“Mi amigo Pablo es un gran ejemplo de esta mirada, él me ve tal y como soy y aun así me sigue queriendo. Apuesta siempre por sacar lo mejor de mí y no ve sólo lo que yo le dejo ver, sino que ve todo lo que soy, ve mi verdadera identidad (hija de Dios) y decide relacionarse conmigo desde ella”, cuenta Patricia. Esta mirada con la que Pablo le mira es la que le recuerda quién es, le revela su verdad y la impulsa a vivir en ella.
3. Mirada rescate
La mirada que llena las mentiras de tu identidad y te hace mirarte desde los ojos de Dios es la de “rescate”. Es, por ejemplo, la del confesor, quien después de decirle aquello que más te avergüenza, te mira y en él ves un amor más grande. Ante la mentira de “si alguien viese la totalidad de mi corazón, no me querría”, la mirada de alguien que lo ve y decide quedarse con tu miseria es aquella que te dice sin palabras: “Es bueno que existas.”
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