Luces de deseo

Luces de deseo
“Que estas Navidades todos tus deseos se hagan realidad...”. Cuántas veces hemos escuchado esta frase, y es que durante estas fechas la palabra “deseo” se repite de continuo entre las muestras de cariño y felicitación. Pero... ¿qué son los deseos? ¿Tienen algo que ver con Dios y con nuestros anhelos más profundos? ¿De dónde provienen?

Por Mar Solís

“Si encuentro en mí mismo un deseo que nada de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo”, decía C.S. Lewis. El origen de la palabra “deseo” se remonta al ámbito astrológico, y su etimología refleja la sensación de “echar en falta una estrella” (de-sideris). ¿Será acaso que el núcleo del alma es la inmensa ausencia provocada por una estrella fugaz?

Los deseos, ligados a las estrellas, evocan una sensación de vacío, una búsqueda interior. Esto nos remonta a Génesis 15, 5, donde Dios habla a Abrahán: “Y sacándole afuera, le dijo: ‘Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas… Así será tu descendencia’”. Esta no es una forma de hablar de Dios, en un pasado remoto. Para quienes estamos aquí hoy, Dios quiere cumplir la misma promesa que hizo a Abrahán.

Cada uno de nosotros es verdaderamente una estrella, un deseo de Dios. Christopher West, experto en teología del cuerpo, se pregunta: “¿Qué tiene que ver lo que estás haciendo aquí con las estrellas?”. “La respuesta es todo”, asegura, y explica que nuestra constante búsqueda es un reflejo de la unión y trascendencia, un hambre de algo más. El deseo auténtico conlleva la búsqueda de la verdad, el bien y la belleza. Todo deseo es una llamada de Dios en el corazón del hombre hacia la plenitud, y nuestro último anhelo debería estar dirigido a lo infinito, a Dios mismo.

El deseo más puro

Como dice Daisy a Donald en la película Mickey’s Twice Upon a Christmas, “la Navidad es para estar con la familia, los amigos y la gente que te quiere”. Es una época más reflexiva e íntima, donde esa sensibilidad que puede llegar a nublarse, por ejemplo, durante el verano, en Navidad vuelve a nacer. Nos paramos a pensar, a rezar y a intentar ser conscientes de lo que verdaderamente ocurre estos días. Redescubrimos nuestra identidad y enfrentamos nuestros deseos más profundos. Así como Jesús vuelve a nacer cada Navidad, tú puedes volver a hacerlo, puedes volver a encontrarte con tu yo más íntimo. Este es el misterio de la Navidad, un Dios que cambia nuestra vida como sólo un recién nacido puede hacerlo.Hagamos un sitio en nuestra alma, para que el Niño Jesús pueda nacer en nosotros. Él está buscando posada en tu interior, para poder hacerse presente hoy en el mundo a través de ti. ¡Atrévete a profundizar y a descubrir tus verdaderos deseos!

3 MANERAS DE RELACIONARSE CON EL DESEO

1. Adicto: es quien busca saciar constantemente sus deseos y todas sus pequeñas necesidades. Al final, acaba siendo dependiente de ellos.

2. Estoico: es aquel que rechaza sus deseos porque piensa que le alejan del bien y a veces los satisface de modo oculto. Reprimir los deseos no es la solución.Puedes redirigirlos hacia el infinito, pues, de lo contrario, acabarán “estallando”.

3. Místico: es el que des­cubre que Dios está también en todo lo humano e identifi­ca que Él es quien satisface tus anhelos más profundos.


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