Dar buen consejo al que lo necesita, consolar al que sufre, perdonar cuando nos hieren o corregir al que se equivoca, son obras de misericordia espirituales que hacemos a diario en la vida familiar.
La familia no solo está llamada a ser escuela de misericordia, sino también a redescubrirse a sí misma como expresión de la misericordia. Y es que la misericordia de Dios no tiene un reflejo más perfecto en la tierra que la propia familia.
6 obras de misericordia espirituales en la familia:
1- Enseñar al que no sabe:
A la familia le corresponde educar con paciencia. Además, tiene la responsabilidad de inculcar la disciplina del ‘aprender a aprender’.
2- Dar buen consejo al que lo necesita:
La familia es el lugar en el que con mayor espontaneidad se practica el buen consejo. Conviene pasar gradualmente de dar órdenes a dar consejos.
3- Corregir al que se equivoca:
Fuera de la familia muchas veces no hay suficiente amor para corregir, en cambio, en la familia la corrección fraterna se hace con plena naturalidad.
4- Perdonar las injurias:
En el seno de la familia se enseña a pedir perdón y a perdonar. Son dos caras de la misma moneda. Una supone superar el orgullo y la otra, superar el rencor.
5- Consolar al triste:
En la familia se educan los estados de ánimo; se aprende a tolerar el fracaso y a relativizar la tristeza y los disgustos (que muchas veces no son objetivos).
6- Sufrir con paciencia los defectos de los demás:
En la calle, los defectos se disimulan, en la familia, no. El amor maduro sabe compaginar la corrección fraterna con la aceptación de los defectos del otro.
Fuente: Revista Misión / Don josé ignacio Munilla
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